Las ruinas estaban inundadas del silencio de la noche, parecían totalmente tranquilas y en calma. No podía ver a nadie, pero estaba seguro de que al menos había un guardia. Después de eliminar a cinco, no sería muy inteligente dejar la entrada al descubierto. Desde mi posición no podía distinguir si la puerta que coronaba la pirámide estaba cerrada o abierta.
Cogí mi daga desenvainándola por si tenía que pelear repentinamente y me moví, buscando un ángulo mejor para divisar la entrada. Una vez me moví, pude comprobar como donde debería estar la puerta de piedra, había un agujero oscuro que se adentraba en la pirámide. La mitad del trabajo ya estaba hecho.
Sonreí de lado y guardé la daga, cambiándola por mi arco. Cargué una flecha y miré a mi alrededor; No veía a nadie ,por lo que decidí salir al claro. Una flecha silbó por el aire, clavándose muy cerca de mí en el suelo. Me giré hacia la izquierda, de dónde provenía el disparo. Seguía sin ver nada, y esta vez la flecha me rasgó una pierna.
Entre la maleza se dibujaba un brillo metálico por la luz de la luna. La punta de una flecha. Entonces pude ver al atacante agazapado en la maleza, preparando el proyectil.
- Te vas a arrepentir de tener tan mala puntería, escoria – Espeté mientras le apuntaba con mi arco.
Tensé el arco y solté la cuerda. Escuché el impacto y me quedé mirando hacia la maleza. Ya no veía ninguna figura. Me giré mirando hacia la cima de la pirámide, la puerta me estaba esperando. Me acerqué al arbusto, y un Shaughain agonizaba en el suelo. Hundí la daga en su cuello , acabando con su agonía. Después lo registré, pero solo llevaba una gema colgada al cuello. La tomé y la examiné durante unos momentos. Era del color del mar. Quizá me diesen alguna moneda por ella. La guardé entre mis ropas y dirigí a la pirámide.
Me adentré en el túnel oscuro, aunque la oscuridad no me supuso ningún obstáculo.Olía a humedad y podredumbre, arrugé la nariz cuando sentí esos olores tan penetrantes. Unas escaleras me guiaban hacia abajo durante un largo trecho, hasta el punto de pensar que estaba bajo tierra. Unas raíces que se filtraban por el techo me dieron una confirmación positiva de ello.
Cuando llegué a suelo liso, noté como una baldosa se hundía ligeramente bajo mis pies al mismo tiempo que se escuchaba un sonido de rozamiento metálico. Me lancé rodando instintivamente hacia delante, salvándome de la reja que justamente caía en ese momento sobre mi cabeza. Me giré mirando el metal que me impedía salir, y me percaté de que el mismo golpe había levantado algo de polvo de las paredes.
En ellas divisé dos nichos con esqueletos en su interior. Entonces fue cuando me di cuenta de que las paredes del túnel estaban llenas de nichos polvorientos que antes no podía distinguir por la suciedad del lugar.
- Esto es una maldita tumba... – Murmuré para mí mismo.
Me levanté y seguí andando, pues ya no podía volver atrás. Pronto el camino se dividió en dos. En las paredes descansaban unas cuantas antorchas. En algunas paredes faltaban antorchas, y en un rincón había un cadáver putrefacto de una de las criaturas pez. El túnel conectaba con otro perpendicularmente, por lo que ahora tenía dos caminos, a derecha e izquierda.
En la lejanía escuché un gemido lastimero y llantos. Afinando mis sentidos me di cuenta de que no era uno, si no tres, que provenían de diferentes lugares de la catacumba. El de mayor intensidad prácticamente anulaba los otros dos pero parecían venir de la derecha y de la pared que tenía en frente, a lo lejos.
Me decanté por el camino de la derecha sin pensármelo demasiado, de todas formas tenía que explorar todo el recinto. Mientras andaba entre las piedras viejas, me asaltaba la sensación de que alguien me estaba observando… Era como si los cadáveres pudieran verme. En una ocasión me detuve y miré hacia atrás, pero allí no había nadie. Entonces recordé otra vez el proverbio Drow. Seguí el camino mientras lo musitaba… Nindyn vel'uss kyorl nind ratha thalra elghinn dal lil alust... Aquellos que miran a su espalda encuentran la muerte de frente.
El lugar estaba cargado de un pesar profundo casi contagioso. Divisé un recodo que doblaba hacia la izquierda. Me estaba acercando a uno de los llantos, y cuando llegué a la esquina me detuve. Escuchaba el llanto claramente, provenía desde detrás de la pared que tenía en frente.
Totalmente seguro de que provenía de allí, pegué la oreja al muro. Estaba en lo cierto, así que empecé a examinar la pared. Pronto encontré un pequeño hueco en ella, y metí la mano. Encontré una pequeña palanca, y cuando la accioné el muro se apartó, dejando ver una nueva sala.
Dos arañas la mitad de largas que yo salieron a mi encuentro. Se abalanzan a por mi ante mis sorprendidos ojos. Mis reflejos me permitieron esquivar a una de ellas, pero la otra clavó sus quelíceros en mi pierna herida. Desenvainé mi acero intentado acuchillarla, pero la bestia fue más rápida que yo.
Las criaturas se volvieron a lanzar contra mí, pero mi adiestramiento hizo su trabajo. Los Drow acostumbran a tratar con arañas… Había tenido una de mascota en Menzoberranzan. Era extraño luchar con ellas. Aunque logré evitar sus mordeduras, ambas me rodearon… Una estaba a mis espaldas, y la otra delante.
Estaba acorralado, pero la batalla no había hecho más que empezar. Una aura negra empezó a brotar de mi cuerpo, y de pronto, brotó una nube de oscuridad que invadió la sala ocultándome a esas criaturas. Ahora la ventaja era mía. Salté por encima de la que tenía delante y clavé mi daga en el abdomen. El animal se retorció con un agudo chillido de agonía y cayó al suelo. Su cuerpo empezó a sangrar mientras las patas se doblaban hacia dentro, quedándose rígidas en esa posición.
La otra se lanzó a por mí, pero el manto de oscuridad mágica la cegó. Sin embargo, a la siguiente acometida me saltó encima. En el salto pude cortarle una pata, pero no conseguí detenerla. Caí al suelo, con la araña sobre mi pecho. Estaba a punto de clavarme los quelíceros en el cuello, pero clavé la hoja en su cabeza y luego la arranqué de allí con fuerza, abriéndole la carne brutalmente. Me quité el cuerpo muerto del animal de encima y me llevé la mano a la herida, dolorido.
- Malditas... Lloth ya no está de mi lado esta noche... – Carraspeé y entonces observé la sala. Busqué con la mirada, pero allí no había ningún ser vivo más.
Era una sala cuadrada, no demasiado grande. En el centro había un altar, con un hueco en forma de lágrima. Me acerqué y mis sospechas quedaron confirmadas; El llanto provenía del altar.
- Pero qué brujería es esta…?
Entonces me acordé de la gema que le había robado al escamado de la entrada, pero cuando intenté colocarla me di cuenta de que era demasiado pequeña. Salí de la habitación y seguí el pasillo. Me guardé la piedra otra vez y me aseguré de mantener una mano cerca de mi daga.
El pasillo volvía a girar hacia el Oeste, y a la mitad del pasillo, parecía dividirse de nuevo hacia el Norte y seguir recto. En la bifurcación había un brillo azulado extraño… Como mágico. Entonces visualicé la estructura de la tumba. Si estaba en lo cierto, la zona en la que me encontraba era un cuadrado formado por los pasillos.
Al fondo, en el camino que sigue hacia el Oeste, el llanto cesó de súbito. Tras un par de segundos, escuché pasos que provenían de esa dirección. Escuché un sonido similar al que se produjo cuando abrí la sala dónde estaban las arañas mientras los pasos se acercaban cada vez más. No estaba solo… alguien más había abierto una de esas salas.
- Parece que no estoy solo... - Pensé mientras seguía el camino hacia el Oeste. Desenvainé mi hoja mientras andaba.
Me di cuenta de que en las paredes había algunas columnas, y luego divisé una antorcha que asomaba al pie de unas escaleras que subían. Me pegué a una de las columnas, usando la oscuridad para esconderme. Los pasos se acercaban cada vez más… Escuchaba botas. Pero también escuchaba otros pasos… Como de pies descalzos. Parecían pies palmeados. No era un humano, ni tampoco un elfo.
Por mi lado pasaron un hombre cubierto con una túnica y un Shaughain. En la capucha del hombre brillaban varias runas tejidas, y el escamoso llevaba una lanza. Contuve la respiración para que ni siquiera el más mínimo ruido pudiera jugarme una mala pasada.
Se detuvieron en la bifurcación que había entre las escaleras y mi posición, y entonces lo vi claro. Aquel brillo azul era algún tipo de campo de fuerza. Cuando el humano puso dos objetos en un hueco en la pared, la energía que protegía el pasillo desapareció.
Jope, sí que te cuesta encontrarnos xD
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